Valentina Giménez y Felipe Paullier: dos líderes con propósito en organismos internacionales
A mediados de agosto de este año el decano de UCU Business School, Marcos Soto, alentó a un Auditorio Semprún lleno de nuevos estudiantes del MBA a transitar la etapa que comenzaban con “constancia, intensidad y fuerza”. Valentina Giménez y Felipe Paullier vivieron ese mismo inicio hace algunos años atrás, pero sus historias profesionales son prueba de que allí —en esa bienvenida— hay un faro que funciona como guía para lograr los objetivos que vendrán después.
Aunque provienen de profesiones y con recorridos laborales muy diferentes, Valentina y Felipe tienen tres cosas en común: son Alumni del MBA de UCU Business School, decidieron junto a sus familias cruzar las fronteras de Uruguay para vivir en otro país y trabajan en organismos internacionales.
Para ambos el reto profesional implicó, entonces, un gran desafío personal y personal.
La vida laboral de Valentina recorrió —hasta el momento— redacciones de medios de prensa, estudios de televisión, agencias de comunicación institucional y organizaciones. Como licenciada en Comunicación siempre tuvo puesto el foco en esas áreas. Pero con el MBA el panorama se le abrió. “Viniendo de una trayectoria de periodismo y comunicación, el MBA me aportó mucho sobre cómo funcionan organizaciones más grandes a las que conocía hasta ese momento. Definitivamente mejoró mi visión transversal. Además, creo que mejoró mi empleabilidad: fue importante para poder primero acceder a tener entrevistas y conseguir las oportunidades que vinieron después”, cuenta.
Esas oportunidades a las que se refiere se resumen en dos grandes puertas que se le abrieron cuando culminó sus estudios en UCUBS: primero el de consultora del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para el que coordinó la comunicación de proyectos de educación de la región; luego, en el área de Strategic Planning con énfasis en comunicación estratégica para la Secretaría de Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde trabaja actualmente. El rol de Valentina implica brindarle apoyo al secretario de Seguridad Multidimensional y en general a los equipos que ofrecen asistencia técnica y facilitan la cooperación entre países en temas como terrorismo, ciberseguridad, drogas, delincuencia organizada o seguridad pública en las Américas.
Ambos puestos –el que culminó en el BID hace algunos meses y su trabajo actual en la OEA— tienen base en Washington D.C. (Estados Unidos), donde Valentina se radicó con su familia para iniciar su nueva vida laboral. La decisión de irse a vivir a otro país ya la venían manejando con su esposo desde hacía un tiempo: “Fue una decisión de la familia. Mi esposo y yo queríamos vivir en el exterior y crecer profesionalmente en un entorno multicultural. El multilateralismo ofrece esa oportunidad. Aunque implica dejar atrás ciertas oportunidades en nuestro país, la conectividad ayuda a mantener lazos. Requiere adaptabilidad y apertura mental, pero hasta ahora ha valido la pena”.
De su trabajo en la OEA y de haber sido consultora del BID, Valentina valora tres aspectos:
El crecimiento profesional: “He tenido la oportunidad y suerte de colaborar con líderes regionales y expertos, en mi área que es comunicación, pero también en educación y seguridad. Eso me ha permitido fortalecer mis habilidades al contribuir a proyectos diversos y campañas de impacto”.
El propósito claro de los proyectos: “En estas organizaciones, el impacto de nuestro trabajo es tangible. Cuando el trabajo implica impulsar conversaciones para mejorar los resultados educativos de una región en la que tres de cada cuatro chicos no logran conocimientos mínimos de matemáticas a los 15 años, o abordar temas sumamente delicados como lo son los de seguridad, tenés mucha claridad del por qué y para qué”
El entorno multicultural: “Washington, por su naturaleza, atrae a personas de todo el mundo. Esto enriquece muchísimo la experiencia laboral y personal. Además, mi hija de cinco años tiene la oportunidad de educarse de forma bilingüe y convivir con compañeros de diversas nacionalidades, lo cual será fundamental para su desarrollo”.
En todo este proceso, Valentina valora especialmente lo que el MBA le ha aportado para poder dar el paso no solo por los conocimientos que adquirió sino, muy especialmente, por el “énfasis en el autoconocimiento y la invitación constante a ir a más”. “La invitación a aprender de mis fortalezas y debilidades para construir a partir de eso”, dice.
En ese camino continúa, ahora desde otro lado del mundo.
Felipe Paullier: El primer subsecretario general para Asuntos de la Juventud de las Naciones Unidas
Felipe pasó de recibirse de médico pediatra a ser director del Instituto Nacional de la Juventud (INJU) a, finalmente, trabajar en los headquarters de las Naciones Unidas (ONU) como subsecretario general para Asuntos de la Juventud. Esta nueva posición lo llevó a radicarse junto a su esposa en Nueva York (Estados Unidos). Para este cargo participó de un proceso de postulación y selección que duró ocho meses y en el que, asegura, ser Alumni del MBA tuvo mucho que ver.
“Si estoy acá, además de por haberme preparado y por la oportunidad, de la que estoy muy agradecido, es porque tuve un espacio en el MBA para repensar las cosas y en quién apoyarme. El MBA fue un catalizador para animarme a pensar en grande, a soñar en postular para una posición así, a prepararla meticulosamente. Quizá uno no ve diariamente el crecimiento que te da el MBA, pero realmente uno entra a la maestría de una forma y sale de otra. Eso es por algunas capacidades técnicas que vas tomando y por un proceso personal que uno hace a lo largo de los meses de estudio”, dice y agrega: “Una cosa divina de la maestría es formar parte de un grupo de personas con los cuales poder compartir, apoyarse y verse reflejado. Lo otro lindo, y que me encanta, es compartir que estoy en este puesto producto de la educación uruguaya y eso me llena de orgullo”.
El trabajo de Felipe en la ONU tiene varias particularidades. Por un lado, al asumir estrenó el cargo de subsecretario general para Asuntos de la Juventud, un puesto que no existía hasta entonces. Por el otro, si bien vive en Nueva York, le implica recorrer diferentes países del mundo y acercarse a diversas culturas. Por último, Felipe tiene el siguiente desafío: “acelerar una transformación cultural en todo el sistema de ONU, lo que implica trabajar con fondos, programas, entidades del sistema y los 193 Estados miembros”.
En ese sentido, Felipe reflexiona: “Es maravilloso estar constantemente viendo sinergias y aprendiendo todos los días. Me he encontrado con una diversidad de jóvenes y he visto la voluntad de transformación y de cambio. Poder aportar un granito de arena en esta plataforma y acelerar una transformación en cómo la organización se relaciona con los jóvenes, para mí es algo increíble”.
Como uruguayo, dejar su país junto a su esposa no fue una decisión sencilla. Irse, cuenta, es extrañar los almuerzos en familia de los fines de semana o esos encuentros frecuentes con amigos. Pero migrar es también para ambos confirmar cada día lo conectado que está el mundo y conocer realidades a las que de otra manera no hubieran accedido.
¿Qué le recomiendan ambos a estudiantes del MBA?
Valentina:
“Les diría que aprovechen ese tiempo para sacarle el mayor jugo posible a los profesores y a los compañeros. Cursar un MBA es un regalo que nos hacemos, un tiempo para pensar, reflexionar y aprender. Es una inversión en uno mismo con un enorme retorno a largo plazo”.
Felipe:
“Que se animen a pensar cosas distintas. Creo que sin el MBA no me hubiera tirado al agua o animado a postularme para esta posición, a prepararlo de la manera en que lo preparé. El máster y mi familia, mi esposa que fue la número uno en impulsar este cambio. Y que lo disfruten porque hay semanas que es una entrega tras otra y al final, cuando pasan los meses, sentís que algo cambió en vos”.